El último lector de Umbral

Por Santiago Isla

 

  • Título: Diario de un noctámbulo
  • Autor: Francisco Umbral
  • Editorial: Planeta
  • Lugar y Año: Madrid, 2015

 

Diario de un noctámbulo fue una publicación post-mortem, lanzada al mundo en el año 2015, con don Francisco tieso y cogiendo polvo en la memoria colectiva. Es una recopilación de textos que escribió y locutó para radios de León entre los años 1958 y 1961, cuando no era más que un plumilla de provincias, sin la fascinación ni la agresividad de su llegada a Madrid unos años más tarde. Apenas son imágenes sueltas, pequeñas escenas, dos o tres pinceladas de un secreto que se narra en voz baja, ya de noche, a través de las ondas.

A mí me alegró mucho su publicación. Soy umbraliano confeso, casi hooligan, enamorado del personaje en un sentido abstracto, un poco distante del físico por lo que de snob y desagradable tiene. Comulgo con su personalidad literaria excesiva: tan sobrado iba que se inventó su propio género, en el que no importan ni los personajes ni las tramas ni los diálogos ni nada, únicamente Umbral, Umbral sentado en su salón escribiendo y haciendo apología del estilo, único hecho notable en su literatura.

Como él mismo decía: «El argumento de mis libros soy yo».

Y en estos textos breves, Umbral nos muestra su visión del mundo, usando como excusa a Elvis, a Delibes o a la Loren, desplegando un universo genial de adjetivos flotantes y ritmo desaforado. Nadie escapa de su voracidad, ni el jardinero ni la guitarra española. Todo tiene ese rubor de poeta enmascarado, de lirismo a duras penas contenido por la prosa. Umbral, todavía impoluto, sin mácula política ni columna diaria de capitel corintio, sin enfrentarse al mundo, incluso en sintonía con él, descubriéndonos que Sophia es una mujer etrusca o Machado un andaluz castellanizado.

A la hora de escribir, recurro mucho a este libro. Es una enorme greguería. Cada frase tiene una arquitectura personal tan compleja que a mí me alivia el peso de la mía. Y él, que fue tan seco, escribe como si estuviera enamorado. Estos textos están cargados de pasión, de curiosidad y deseo: parece que el escritor estuviera descubriendo el mundo según lo compone. Hay una fuente de alivio para los que no tenemos los dedos tan intensos.

Por eso lo reivindico aquí. Me da pena pensar en cómo está Umbral ahora. ¿Quién lee a Umbral? Es lógico que un hombre tan sumergido en la actualidad desapareciera con su muerte. Su estilo tan intrincado y personal lo hacía prácticamente intraducible, por lo que está todavía más muerto fuera de España que dentro. Yo reivindico ese cadáver como obra viva y gigante de la literatura. Al viejo snob, al padre de un niño muerto y al locutor de provincias. Al hombre duro, necesitado siempre de palabras y dinero, jetsetter pobre y malhumorado. Al noctámbulo que, durante unos años, acompañó las heladas de León iluminando el frío con su voz de barítono en las ondas.

 

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